“Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie”
~ Emily Dickinson
En psicología decimos que alguien tiene (o sufre de) ansiedad social cuando en determinadas situaciones sociales siente mucho miedo a que la otra persona le juzgue, se burle, piense algo negativo sobre ella o bien se enfade y peligre su relación interpersonal. A este miedo intenso le acompañan conductas de evitación y escape, es decir, comportamientos que tienen el objetivo de impedir que aquello que se teme suceda. Es necesario señalar, que en niveles moderados, este miedo al juicio ajeno es normal, pues somos seres sociales y (pa’ qué nos vamos a engañar) nos importa lo que piensen los demás; pero si el miedo que sentimos es suficientemente intenso, frecuente y/o duradero como para perjudicar nuestra calidad de vida, es digno de ser atendido y resuelto.
Estos miedos no surgen de la nada ni mucho menos nacemos con ellos, sino que son adquiridos. Esto quiere decir que aprendemos a tener miedo de las personas porque en algún momento tuvimos malas experiencias con ellas, vimos que alguien cercano las tenía o nos contaron que las podíamos llegar a tener. Por ejemplo, si en algún momento de mi vida (sobre todo entre la infancia y la adolescencia) alguien me ridiculizó después de levantar la mano en clase y preguntar, es muy probable que a partir de ese momento sienta miedo de que vuelva a ocurrir y trate de evitar a toda costa preguntar en clase. La psicología bautizó a este fenómeno como “Condicionamiento Clásico” y es un tipo de aprendizaje por asociación que consiste en que un estímulo neutro adquiere la capacidad de evocar miedo por haberse presentado simultáneamente a un estímulo realmente peligroso (en términos físicos, psicológicos o sociales). Este tipo de experiencias también producen aprendizajes a nivel cognitivo, pues si se dan en una etapa del desarrollo en que el autoconcepto se está construyendo, complicarán que construyamos una autoestima fuerte y sana.
Teniendo en cuenta estas cuestiones ¿qué crees que ocurre cuando añadimos la variable sexo a la ecuación? Que las mujeres tenemos más probabilidades de ser víctimas de estas experiencias por distintas razones. En primer lugar, porque la sociedad nos impone estándares muy altos de imagen corporal (delgadez, belleza, depilación, etc.), comportamiento conciliador (no molestar, no responder, ser comprensivas, etc.) y responsabilidades varias (sobre todo en cuanto a los cuidados ajenos en detrimento de los propios), que cuando son incumplidos se percibe como algo “inmoral”, “indigno” o “desagradable” y se nos rechaza por ello; y en segundo lugar, porque se nos educa en construir nuestro autoconcepto a través de la validación masculina, es decir, de la aprobación de la parte de la población que ha sido precisamente educada en su superioridad sobre nosotras. ¿Cómo no vamos a tener miedo al rechazo y a las reacciones de los demás, sobre todo si son hombres? ¿Cómo no vamos a tener miedo de alzar la voz, decir que no, poner límites, decir “esto no me gusta”, defender nuestros derechos, expresar opiniones, mostrar nuestro cuerpo tal y como es, decir que no queremos ser madres sin justificarnos y un largo etcétera?
Afortunadamente, la psicología ha elaborado una serie de estrategias para ROMPER esas barreras sociales y exponernos al rechazo con la seguridad de que si ocurre, hoy sabremos enfrentarlo. Te presento a Asertividad: un estilo de comunicación que tiene como objetivo expresar de forma clara y directa lo que pensamos, sentimos o queremos, sin disculparnos por ello. Aunque la psicología no inventó específicamente esta herramienta para nosotras ni pensando en la variable sexo como modulador fundamental de las experiencias a que nos enfrentamos, la teoría feminista sí nos va a permitir usarla en nuestro favor. Y aunque la cruda realidad es que seguimos viviendo en el mismo mundo machista y misógino en el que crecimos, esta vez la psicología y el feminismo se unen para que aprendamos a responder. Te invito a que si tú también quieres hacerlo, te pongas en contacto conmigo, juntas vamos a tumbar el patriarcado (también) desde dentro.